Nos Topamos Con ...
la
PAZ
en
Colombia
Agosto 24, 2016
Por:
Darío Ortiz-Robledo
Ilustración
de carátula, Revista Aleph No. 178
(Julio/Septiembre, 2016. ¡Año 50!)
(Julio/Septiembre, 2016. ¡Año 50!)
Cambio de piel
Por Humberto de la Calle
L.
Revista ALEPH, No. 178, Julio –Septiembre 2016. ¡50 años!
En web de Aleph: 21 Agosto 2016
Es el momento de
las transformaciones profundas. Es necesario que las reflexiones alrededor del
momento que vive Colombia se hagan desprevenidamente, sin sesgos. El
lente con el que se debe observar la coyuntura debe venir del futuro. La
responsabilidad de esta generación es procurar una mejor sociedad para los que
vienen atrás.
El conflicto se desarrolla en
el plano simbólico – tanto en el encuadramiento político e ideológico como
elemento cultural y emocional inevitable- como en el teatro militar y de la lucha
social. El centro de gravedad de la confrontación por ahora ocurre en
este segundo universo.
La principal manera de hacer la
paz es haciéndola, esto es, trabajando en el plano de lo real. No basta con
cambiar el escenario simbólico. Pero, al mismo tiempo, el final de la
confrontación real solo produce la paz si hay un cambio profundo en la forma
como las partes reubican sus incompatibilidades básicas en la esfera de la
formulación intelectual -simbólica e ideológica- y proceden a buscar pautas de
nuevo relacionamiento que implica, no desistir de la lectura política de cada
uno, pero si mover toda la carga intelectual hacia una órbita en la que esas
incompatibilidades básicas puedan asumirse en clave de compromiso, de solución.
No se trata de desistir (es más, un Acuerdo puede intensificar la confrontación
simbólica, incluso la agitación desarmada), sino de aceptar canales distintos a
la confrontación previa militar para resolver, no el conflicto, sino el método
para sustanciarlo.
Trabajar lo simbólico no basta
para lograr la paz, pero sin el cierre simbólico, el silencio de los fusiles es
precario. Ponerse en los zapatos del otro, lo cual no implica usar los zapatos
del otro.
Terminado el conflicto, la
lucha se moverá hacia otras esferas como se dijo, y una de ellas, sin duda,
será la lucha por la narrativa. Es más, puede decirse que esa será la batalla
final. La narrativa, sin embargo, aunque se emparenta con la verdad, no se
construye sólo a base de ella. La verdad vivifica. Como dice Pablo, la verdad nos
hace libres. También brinda sosiego que es un elemento esencial para la
reparación. En muchos casos, afuera y en Colombia, comunidades enteras han
privilegiado la consecución de la verdad por encima de las indemnizaciones y,
en no pocos casos, la penalización. ¿Por qué murió mi hijo? muchas veces
contiene una mayor dosis de sanación que el castigo del responsable.
Pero, ¿cuál verdad? ¿La de
quién? El gran reto en la construcción de la narrativa es entender que no
habrá una única y verdadera narrativa, sino que habrá diferentes narrativas.
Todas ciertas. Todas con dosis de verdad. No será posible identificarse con
todas, pero todas serán respetadas. Esa es la nueva Colombia.
Dentro de lo acordado en La
Habana está la conformación de una Comisión de la Verdad. Muy buena parte de
los “hechos” del conflicto son conocidos. Colombia no es el caso de dictaduras
ignominiosas que era necesario desenmascarar. El trabajo de una Comisión de
Esclarecimiento, Verdad y Convivencia, es mucho más complejo que un ejercicio
historiográfico lleno de detalladas revelaciones. Una cosa es la Verdad de un
hecho y otra la Verdad Histórica, la Verdad Colectiva. Es aquí donde tenemos
que trabajar con mayor ahínco. Lo que hay que superar, es la contraposición de
los Mitos excluyentes. Y no solo en el esclarecimiento. La capacidad sanadora
del ejercicio de Verdad está probada.
La convivencia entre esas
narrativas diversas que reflejan diferentes verdades es el escenario en el que
la nueva política debe cimentarse. Es en la diversidad como valor fundamental
de la sociedad. Es en el respeto profundo por el otro, por sus ideas, muchas de
ellas diferentes o incluso opuestas, lo que debe prevalecer. El trámite de las
divergencias debe darse en paz, sin armas, lejos de la violencia. Ese es el
reto.
Terminado el conflicto, se abre
la etapa de la aclimatación de la paz. Es el momento de las transformaciones de
la sociedad. Por cierto, aquí hay un equívoco. Se afirma que nosotros como
delegación del gobierno rehuimos las transformaciones y que queremos una paz
barata, una paz funcional, una paz exprés. No es cierto. Lo que hacemos es
distinguir entre el final del conflicto, sobre un agenda convenida entre ambas
partes, y una fase de transformaciones necesarias. Allí pueden ingresar las
FARC. Pero hacerlo sin armas, en el pleno juego de la política civil que
equivale en este caso a hablar de la política civilizada.
En La Habana trabajamos para
terminar el conflicto. Para, a partir de allí, abrir una ubérrima etapa de
transformaciones sociales. Cambios en la vida concreta, cambios en la política,
cambios en el funcionamiento del poder. El punto final no es el que se expresa
en planteamientos institucionales ni en presupuestos oficiales. El cambio real
ocurre cuando los colombianos tengamos en el disco duro un nuevo chip, que se
expresa en sentimientos y en ideologías. Un chip para que el conflicto busque
su cauce. El chip de la reconciliación.
La paz es un estadio producto
de un cúmulo de elementos. No hay paz automática. No hay paz de balde. La paz
es una obra conjunta. Todos los integrantes de la sociedad debemos pensar cuál
es nuestro papel en ese proceso de creación. Es un escenario exigente. Se
requiere capacidad de autocrítica, voluntad de transformación. Si los
colombianos logramos pasar la página de la violencia y nos atrevemos a
vernos distinto, a nosotros mismos y a los otros, lograremos lo que yo he
llamado el cambio de piel. Y ese será el momento en que la paz habrá llegado.
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ESTAMPILLA DE LA PAZPor Chocolo , Harold Trujillo
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"Entre bomberos-pacifistas nos ayudamos
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LA HABANA, AGOSTO 24, 2016
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