jueves, 25 de agosto de 2016

Nos Topamos Con ... a PAZ, en Colombia. Agosto 24, 2016

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Publica y difunde: NTC …Nos Topamos Con 
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Nos Topamos Con ...

la 

PAZ

en 

Colombia 

Agosto 24, 2016 

Por: Darío Ortiz-Robledo
Ilustración de carátula, Revista Aleph No. 178
(Julio/Septiembre, 2016. ¡Año 50!)

Cambio de piel
Por  Humberto de la Calle L.
En web de Aleph: 21 Agosto 2016


Es el momento de las transformaciones profundas. Es necesario que las reflexiones alrededor del momento que vive  Colombia se hagan desprevenidamente, sin sesgos. El lente con el que se debe observar la coyuntura debe venir del futuro. La responsabilidad de esta generación es procurar una mejor sociedad para los que vienen atrás.
El conflicto se desarrolla en el plano simbólico – tanto en el encuadramiento político e ideológico como elemento cultural y emocional inevitable- como en el teatro militar y de la lucha social. El centro de gravedad de la confrontación por ahora ocurre en este segundo universo. 
La principal manera de hacer la paz es haciéndola, esto es, trabajando en el plano de lo real. No basta con cambiar el escenario simbólico. Pero, al mismo tiempo, el final de la confrontación real solo produce la paz si hay un cambio profundo en la forma como las partes reubican sus incompatibilidades básicas en la esfera de la formulación intelectual -simbólica e ideológica- y proceden a buscar pautas de nuevo relacionamiento que implica, no desistir de la lectura política de cada uno, pero si mover toda la carga intelectual hacia una órbita en la que esas incompatibilidades básicas puedan asumirse en clave de compromiso, de solución. No se trata de desistir (es más, un Acuerdo puede intensificar la confrontación simbólica, incluso la agitación desarmada), sino de aceptar canales distintos a la confrontación previa militar para resolver, no el conflicto, sino el método para sustanciarlo. 
Trabajar lo simbólico no basta para lograr la paz, pero sin el cierre simbólico, el silencio de los fusiles es precario. Ponerse en los zapatos del otro, lo cual no implica usar los zapatos del otro.
Terminado el conflicto, la lucha se moverá hacia otras esferas como se dijo, y una de ellas, sin duda, será la lucha por la narrativa. Es más, puede decirse que esa será la batalla final. La narrativa, sin embargo, aunque se emparenta con la verdad, no se construye sólo a base de ella. La verdad vivifica. Como dice Pablo, la verdad nos hace libres. También brinda sosiego que es un elemento esencial para la reparación. En muchos casos, afuera y en Colombia, comunidades enteras han privilegiado la consecución de la verdad por encima de las indemnizaciones y, en no pocos casos, la penalización. ¿Por qué murió mi hijo? muchas veces contiene una mayor dosis de sanación que el castigo del responsable.
Pero, ¿cuál verdad? ¿La de quién?  El gran reto en la construcción de la narrativa es entender que no habrá una única y verdadera narrativa, sino que habrá diferentes narrativas. Todas ciertas. Todas con dosis de verdad. No será posible identificarse con todas, pero todas serán respetadas. Esa es la nueva Colombia.
Dentro de lo acordado en La Habana está la conformación de una Comisión de la Verdad. Muy buena parte de los “hechos” del conflicto son conocidos. Colombia no es el caso de dictaduras ignominiosas que era necesario desenmascarar. El trabajo de una Comisión de Esclarecimiento, Verdad y Convivencia, es mucho más complejo que un ejercicio historiográfico lleno de detalladas revelaciones. Una cosa es la Verdad de un hecho y otra la Verdad Histórica, la Verdad Colectiva. Es aquí donde tenemos que trabajar con mayor ahínco. Lo que hay que superar, es la contraposición de los Mitos excluyentes. Y no solo en el esclarecimiento. La capacidad sanadora del ejercicio de Verdad está probada.
La convivencia entre esas narrativas diversas que reflejan diferentes verdades es el escenario en el que la nueva política debe cimentarse. Es en la diversidad como valor fundamental de la sociedad. Es en el respeto profundo por el otro, por sus ideas, muchas de ellas diferentes o incluso opuestas, lo que debe prevalecer. El trámite de las divergencias debe darse en paz, sin armas, lejos de la violencia. Ese es el reto.
Terminado el conflicto, se abre la etapa de la aclimatación de la paz. Es el momento de las transformaciones de la sociedad. Por cierto, aquí hay un equívoco. Se afirma que nosotros como delegación del gobierno rehuimos las transformaciones y que queremos una paz barata, una paz funcional, una paz exprés. No es cierto. Lo que hacemos es distinguir entre el final del conflicto, sobre un agenda convenida entre ambas partes, y una fase de transformaciones necesarias. Allí pueden ingresar las FARC. Pero hacerlo sin armas, en el pleno juego de la política civil que equivale en este caso a hablar de la política civilizada.
En La Habana trabajamos para terminar el conflicto. Para, a partir de allí, abrir una ubérrima etapa de transformaciones sociales. Cambios en la vida concreta, cambios en la política, cambios en el funcionamiento del poder. El punto final no es el que se expresa en planteamientos institucionales ni en presupuestos oficiales. El cambio real ocurre cuando los colombianos tengamos en el disco duro un nuevo chip, que se expresa en sentimientos y en ideologías. Un chip para que el conflicto busque su cauce. El chip de la reconciliación.
La paz es un estadio producto de un cúmulo de elementos. No hay paz automática. No hay paz de balde. La paz es una obra conjunta. Todos los integrantes de la sociedad debemos pensar cuál es nuestro papel en ese proceso de creación. Es un escenario exigente. Se requiere capacidad de autocrítica, voluntad de transformación. Si los colombianos logramos pasar la página de la violencia y nos atrevemos a  vernos distinto, a nosotros mismos y a los otros, lograremos lo que yo he llamado el cambio de piel. Y ese será el momento en que la paz habrá llegado.
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ESTAMPILLA DE LA PAZ
Por Chocolo , Harold Trujillo
Propuesta ganadora

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"Entre bomberos-pacifistas nos ayudamos 
a cargar las mangueras"
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